Etiquetas para el privilegio
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(wednet.edu)
Bueno, como dije en mi primera entrada, soy blanca por
asunción social y soy consciente de ello, así que quería hablar del privilegio.
Lo primero, decir que no he encontrado noticias sobre eso en
España, y obviamente no es porque no tengamos este problema, si no porque
simplemente no ha saltado a los medios. Decir que tampoco he encontrado muchas
noticias de esto en otros países de Europa. La mayor parte de lo que he
encontrado está resumido en el artículo que añado como referencia. Porque lo
que si hay es artículos de estudio, reflexiones y reivindicaciones, sobretodo de
la comunidad afroamericana, pero también la latinoamericana en USA. En España
se ve que esto no está dentro de la ventana de Overton.
Reconozco que yo hace poco que me tomé esa píldora roja. A
ver, no soy estúpida, claro que sé que cosas como el poder adquisitivo o los
contactos (los enchufes de toda la vida) te abren puertas. Lo que no sabía era
que mi piel me permitía hacer cosas que consideraba normales.
Llevo casi un año viviendo en Madrid. Cuando llegué y
buscaba piso, muchos de mis compañeros quisieron ayudarme orientándome por
zonas. Cuando les dije por dónde estaba buscando piso, el comentario
mayoritario era que no fuese muy al norte, que estaba “lleno de inmigrantes y
gitanos”. Tras ese momento incómodo inicial, me reí y dije que bueno, que yo también
acababa de emigrar. Después de todo soy gallega, somos emigrantes en todas
partes hasta que nos asentamos en una.
Quizá por eso, porque casi toda la gente que he conocido a
lo largo de mi vida tenía un abuelo, un tío o un primo segundo en alguna parte
de Latinoamérica, y también porque la mayoría de latinos que había en mi ciudad
natal eran hijos o nietos de un gallego que había emigrado, nunca sentí que
esas personas fuesen extranjeras. Recuerdo ir a pasear por esa calle tratando
de buscar señales que pudiesen indicarme de dónde venían las personas que me
rodeaban. Oí acentos latinos y lenguas asiáticas, vi rostros más oscuros y paños
cubriendo el pelo de mujeres, pero nada que no hubiese visto antes. Nada que me
incomodase tanto como la frase de mis compañeros.
Llamadme temeraria, pero yo para buscar piso, la verdad es
que prefería salir con ropa cómoda y la impresión que tuviese el agente me daba
un poco igual. Tal vez pude hacer esto porque mi piel es lo bastante blanca
como para que no me considerase “de fuera” pero recuerdo a uno que me preguntó
de dónde venía porque pensó que mi acento podría ser latino. Incluso lo confesó
riéndose. Yo no le vi la gracia pero he aprendido que cuando pareces una mujer
bajita y estás sola ante un hombre que te saca dos cabezas, es peligroso tratar
de corregirle. Lo que por cierto, es un tremendo privilegio para el hombre.
Esos días aprendí que la última etiqueta que adquirí viene
con otro privilegio social: Al decir que era funcionaria de pronto ya no pedían
las 3 nóminas ni contratos. Y no es que los administrativos cobremos mucho,
pero tenemos un trabajo fijo.
Por lo demás podemos ser unos inquilinos horribles, pero es
lo que tienen las etiquetas.
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